sábado, 4 de agosto de 2012

Las finezas/refinamientos de la vida moderna

1º La más importante, la supina: ya no hay finezas. Simplemente la obsesión por parecer remilgado/a, el ansia de demostrar sabiduría, la explotación que se hace sobre una ironía (ironía sucia, por llamarla de algún modo, opuesta a esa ironía magistral de los ingleses -no olvidar que la palabra viene del nombre iron, con lo que cobra tintes demoledores-) barrial, recargada, estereotipada, el esnobismo de café de vasos de plástico, la pobreza intelectual de las habladurías, resumiendo: la pérdida del sujeto en su misma empiria.
2º La más decantada, la más simple, la más obvia: la crítica fácil, el juicio mordaz pseudocínico frente a las verdaderas catástrofes y tragedias de la existencia biológica, la disposición a emitir juicios de valor (sin poseer ningún juicio ni valor) en una época en la que la inteligentualidad se demuestra justamente siendo estoico en las costumbres, trabajador en el habitus, perseverante en la senda supra-humana.
3º La proliferación y, con eso mismo, su ocultamiento de todo tipo de registros, conversaciones, exposiciones del sujeto interior exteriorizado, esto es, el asesinato de la intimidad frugal, aristocrática, impasible por la histérica orgía de fama de $2.
4º La vida "moderna", con todo su ajetreo, con toda su tecnología, con todo su corpus de bestialidades digitales y purgatorios mediáticos, con su imprescindibilidad imbécil, con su cretinidad de parroquia, con todo su encomia elogística de las pasiones más bajas del humano.
5º El relajamiento físico hasta niveles impensables, y, producto de esto, cierto relajamiento mental propenso al hastío, la vagancia, el ocio en su peor expresión; la mediocrización de la belleza, el afeminamiento de la fortaleza.
6º La pérdida del tiempo en actividades inútiles, inservibles, inacabables, imposibles, impasibles.
7º La excesiva preponderancia de los medios de "comunicación" en el ser interior del sujeto, tanto desde su razonamiento, como desde su accionar y a su vez, el inevitable exorcismo de sus propias pasiones.
8º La comicidad simplista, el chiste burdo, la vulgaridad en la utilización de términos, la lasitud de las mentes empobrecidas con novelas lésbicas y fortunas mediocres, la necesidad de parodiar lo no-parodiable, la excesiva sonrisa "guasonesca" y, como reverso, la inexplicable lágrima reptil aflorando en cualquier momento...

He intentado demostrar aquí, con palabras comprensibles, la decadencia de la sociedad occidental en el tiempo presente, el fin de la historia y la inexorable muerte de todo lo elevado, lo bello, lo paradigmático. Si lo he logrado o no, dependerá del juicio del lector. Pero claramente este es un punto de partida para forjar una nueva concepción del hombre y de su tiempo.