Como las gaviotas recorren el mar, esperando encontrar alguna presa fácil, así la coerción estatal me impulsa a hablar de temas espinosos, dolorosos, inevitables.
Porque cuando la fiera es perseguida por los cazadores con armas y redes, es cuando más dentelladas lanza a sus enemigos.
Así, este viejo obrero barrial, exalando rencores y desdichas se encuentra en esta noche, cara a cara con la derrota.
Y es a tí, oh portadora del final, cuando te muestro todo el respeto que todavía este hombre te conserva, cuando todavía desvío mis ojos frente a tus obras, cuando todavía hago la señal de la cruz en presencia de tus acólitos, cuando todavía sustraigo a la soledad penosas lamentaciones que me impelen a amarte! Hermana del amor, madre del sueño, aleja estas flechas ponzoñosas de mi pecho! No me hieras con tus fantasmas ni me aprisiones con tus espectros! Todavía vivo, vivo, vivo!
Pido perdón por el alto contenido político y contestatario de las líneas arriba esbozadas, pero es un gran sufrimiento el que me obliga a expresar mis opiniones de esta manera. En un breve período de tiempo, todo volverá al cotidiano desapego de la memoria.