miércoles, 1 de febrero de 2012

Indescriptibilidad paradójicamente inefable



Así, como los sapos, ranas y otros anfibios surgen de las profundidades de la tierra apenas los cielos descargan unas gotas de misericordia, como los cumbia a la salida del boliche se abalanzan sobre su solitaria víctima en busca de unos morlacos intercambiables por paco y alcohol barato, como las ratas esperando la caída del sol para su próxima escapada hacia el universo de los desechos humanos, como el trueno que ilumina con una opaca fugacidad el pensamiento del infradotado, me presento tierno y humano.

No es mi intención relatar las vicisitudes que me llevaron a cargar esta cruz de hierro tan pesada, tan oxidada con sangre, tan ajena como lo propio, sino que vengo con un mensaje; sí, un mensaje. Un mensaje de mentes inciertas que no se contentan con increpar al vagabundo nocturno, sino que lo tumban y lo despedazan con una navaja para poder obtener los gloriosos órganos que serán vendidos en el mercado negro.

Ésta es mi Troya; acá muere Héctor, José Martí, Juan José Castelli. Acá, así, como quien no quiere la cosa, como quien se rebela frente a la imbecilidad de la existencia, a salivear constantemente frente a lo incomprensible, frente a lo infinito.

Y ese abismo que está ahí, y que oculta lo oculto, no es más que tu propio cerebro quemándose en una hoguera pagana.

Así se construyen los edificios de barro, con miembros mutilados de cadáveres.

2 comentarios:

  1. Pablo...sos vos..? Recordaba tu blog con otro nombre, pero ahora... oh, cavilación! Serás vos, Pablo? Solo hay una forma de saberlo: decime el segundo nombre de Isabel. Y el color de corpiño que tiene puesto ahora.

    Y si no sos Pablo, saludos igual.

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  2. Respuesta: Isabel no usa corpiño, sino una rôbe de chambre que disimula muy bien sus formas! Soy yo, me nombren como me nombren, saludetes!

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