jueves, 23 de febrero de 2012

En las postrimerías de la vergüenza

La sangre que se coagula en los cerebros ardientes, no hace más que reproducir la misma eterna pregunta: ¿Porqué a mí? Pero el hecho es que, ese "a mí" es colectivo, reproducido, degenerado, reflejado en cientos de miles de millones de entes carnales. No, el porqué no sirve.
La decadencia impetuosa del olvidado cohete lunar despacha los rubíes de nubes tóxicas en un aljibe de sueños regalados al caminante. Esta es, tal vez, la inquietante verdad de los objetos vivientes, la impasible respuesta a las comadrejas de ratas que asoman el hocico entre las narices del dios-muerte índigo.

2 comentarios:

  1. El hombre es el animal que pregunta. Me vienen esas palabritas de nuestro amigo Federico: cuerda tendida entre el animal y el super hombre / una cuerda sobre un abismo.

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  2. Federico el grande no pudo ver que esa cuerda no aguantaba el peso de un hombre, sólo de una cucaracha. de ahí que sobrevivan siempre

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