viernes, 5 de octubre de 2012

Noche(s) de lluvia (s)

Estos días de lluvia me hacen acordar a esos poemas de Ezequiel Martínez Estrada, en donde hay un adentro, una pareja que conversa,- es una pareja de viejos, de árboles que se están marchitando sin haberle regalado a la tierra ningún fruto-. Y son conversaciones tristes, elididas, en donde siempre flota un vahido fantasmal, un vago recuerdo de algún muerto, una ausencia presente de alguien que no está más, y hay algún sonido afuera [siempre el afuera "amenazante" externo]: el de la rama de algún arbol guacho rasqueteando las ventanas o el balcón, o algún grillo, o algún animalito sin nombre. Pienso en esa pareja de ancianos, en donde la melancolía y los recuerdos son tan vívidos que decapitan la conversación, en donde cada suspiro es un aliento perifrástico de agravios y disgustos, en donde impera la sensación de que el mundo ha desaparecido y sólo queda una pareja caduca poblándolo, y por eso, pronto a desaparecer definitivamente, a disolverse en la noche lluviosa.
Y pienso en la lluvia y los borrones de la lluvia, y las muchas lluvias "míticas" que sacudieron al hombre desde que amaneció en esta tierra y cómo, ahora, en esta ciudad, se puede llegar a sentir esa soledad eterna, infinita, primordial y primitiva que sintió ese pobre bastardo cuando vió la primera lluvia del mundo recién nacido. Y ese hombre, todavía vive en nosotros y todavía siente la melancolía de la nada, del desconcierto, porque ¿de qué se puede tener melancolía si somos ovejas que se alejaron del rebaño?
Se ama, se odia, se trabaja, se lucha, se muere. Y en el medio, hay personas.

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