martes, 27 de noviembre de 2012

Sacrilegios de almas rotas y cáscaras vacías se desbordan por los ojos empozados de decrepitud. el cielo es un pájaro con las alas rotas, engordado y destripado de algodón y espuma de mar. Las vergüenzas inconstantes de la antropofagia y la negritud de las sombras húmedas se acobarda al costado de la calle.
Un colectivo-tanque de fémures colgando del techo, vidrieras de impasibilidad inquieta, pisadas entorpecidas por las lágrimas del muerto. todo remite a lo imposible, a la eternidad infinta de un ahogado en el río de la plata. Siempre hay un pro-nombre que se atrinchera en la azotea del puesto de diarios, para ver pasar a una pareja de bailarines de velorio, montados en una mesa de luz ciega. Inexplicablemente, la memoria de los patos se hace eco de la frenología y hay suicidios en las caras atrofiadas del laburante nocturno.-

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