miércoles, 28 de noviembre de 2012

Vi tu figura ciclópea oscurecerse bajo las nubes nocturnas y pude percibir tu tristeza.
Sobreviviente de glorias pasadas, tus títulos y honores se disuelven en el viento álgido de la vejez.
Todavía, en tu mirada juvenil, brilla la apagada llama de la lujuria y buscas en los efebos, la perdida fuente de la inmortalidad.
Gigante en tus pensamientos, hoy tu melancolía te desdibuja y te borra, bajo la mano implacable del gran artífice.
Sentí tu tristeza y quise abrazarte, pero las sombras primaverales me alejaron de tu magnificencia.
Pienso en tu vida, las esperanzas naufragadas y las amistades inexistentes.
El paso del tiempo fue demasiado injusto para tu estirpe olímpica.
Sólo te quedan los recuerdos y la compasión de los que, como yo, pueden ahondar en tu sarcasmo y rescatar una humanidad frágil y tierna, flor de pasiones y sentimientos dispares, que es atacada por una naturaleza implacable.

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