jueves, 22 de diciembre de 2011

El erotismo



¿Cuántas veces, me preguntarás, me habré encontrado pensando en esa palabra mágica que tortura las mentes de los seres humanos, indefinible, abstracta, idealizada, vapuleada, adulterada, dulcificada, ultrajada, inutilizada, educada, llamada 'amor'?
Te contestaré, querido lector que hace tanto tiempo me acompañas en las tormentas árticas y en los huracanes japoneses, pues muchas veces.
Pero, he notado un error en todos los filósofos que han tratado el tema-un error grave- (excepto Benjamin Péret): se dice que se ama porque se 'debe' amar, más el objeto amado puede variar constantemente. Mi respuesta dice lo contrario: se ama porque se encuentra un objeto amado, pero no se puede amar si no existe tal objeto. Dicho con otras palabras: el amor se siente, se materializa, se palpita, corre en las venas, obliga al corazón a latir fuerte, renueva la sangre y obnubila la materia gris; mas es ridículo pensar en el amor como si fuera independiente de su manifestación fenoménica, como si hubiera una personificación abstracta del amor a la cual cada uno le rinde sus homenajes hasta que se desplaza hacia una persona -o animal-o cosa- concreta.
Pues, si esa idea-amor existe antes de amar, entonces la idea de ser humano existe antes que el ser humano? Ése es un camino con el que no se llega a buen puerto, inquieto confidente, por lo que te recomiendo que abandones esas disertaciones y te entregues en cuerpo y alma al sagrado señor Jesucristo, único digno poseedor del amor de la humanidad.

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