jueves, 22 de diciembre de 2011

Sólo los vencedores comen carne



Detente! Oh extraño lector que te escondes de las golpizas paternales en la imaginación de la lectura, o que planeas profanar alguna tumba ancestral, yo te invoco! Mírame! Mis ojos han vertido más lágrimas que una niña y, sin embargo, resisto! Mis músculos se contraen, cansados de tensionarse al arrojar dardos al enemigo, pero todavía pueden sostener la pluma con la que escribo estas líneas demoníacas! Mis talones se desangran, mi vista se nubla con la razón, pero lucho contra el infernal Morfeo que persuade con sus encantamientos a estos despojos mortales a que bajen la guardia!



Día llegará en que los buitres hartarán sus vientres con esta carne fétida y masacrada, pero no es éste el día, no es ésta la noche!



Han logrado estaquearme, es verdad, pero el glorioso hijo de Dios me ha salvado, a rescatado a este humilde espíritu del infierno cotidiano, ha sanado mis heridas con la luz eterna!



Ay, de los que siguen perdidos en la crapulencia y la afiebrada autodestrucción adictiva! No pierdan sus neuronas, encuéntrenlas e inflamen sus corazones con ideas ultraterrenas genésicas de majestuosidad infinita!



Las puertas del Erebo aguardan para los náufragos veteranos de la gloria! Que se abran de un sólo golpe de mi puño! La muerte está en mis manos!

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