jueves, 22 de diciembre de 2011

Lágrima para una defunción prematura





"Algunos hombres nacemos póstumos"-ya lo dijo el poeta, y así, como quien no quiere la cosa y se ve acosado por fieras salvajes en el medio del bosque y encontrando nuevas fuerzas para arremeter contra la injusticia, se lanza al río más próximo para huir de las fauces impías de los animales hambrientos, yo también fui.

Y escribo fui porque el que soy, éste, no es ése, es otro. Y un otro envejecido, acobardado, exhausto, desvencijado, agotado, empobrecido, aniquilado.

A pesar de todo, esa llamita que algunos apostrofan como alma, otros como fuego interior, otros como combustible sexual, otros como gasolina de carne, etc., sigue viva, empequeñecida tal vez, por el embate de los vientos, pero existiendo dentro de una cárcel de huesos y piel, olvidada y humillada, pero tal vez por eso, hermosa, soberbia, aristocrática.

Esa llama, ustedes, parias de la concupiscencia y el desmadre, nunca la verán.

En algún momento, desatará el incendio de las mentes.

1 comentario:

  1. ¿Quién escribió esto?

    Tú y yo somos de la misma estirpe. Gracias -animal de alturas,
    me alegra haber encontrado por fin a un gentil, ¡a un heleno altivo!
    Tu estilo me gusta... ¿me entiendes?


    ¡No te postres! Mejor que el viento te lleve, no podrás vencerle,
    y si la carga es demasiado, mejor muere con valor.
    Ya lo dijo el poeta, ¡Algunos hombres, nacemos póstumos!

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